04/04/2019
In Memoriam Jorge de Sá
Escribo estas palabras cuando acabo de conocer la brutal noticia del inesperado fallecimiento del Presidente del CIRIEC-Portugal y del CIRIEC-Internacional, mi querido y entrañable amigo, el portugués Jorge de Sá. Conocí a Jorge de Sá hace ya más de 15 años, si no recuerdo mal en el Congreso Internacional del CIRIEC en el año 2004, en Lyon. En estos tres lustros he tenido ocasión de compartir con Jorge multitud de ilusiones y proyectos, siempre caminando hacia la utopía, urdiendo planes para conseguir un mundo mejor, en el que la economía social pudiera configurarse como una potente palanca de reforma y transformación social.
Jorge era un torbellino de ideas e ilusiones, hasta su último suspiro. Recuerdo nuestros paseos y tertulias por las calurosas calles de Nicosia en julio de 2013, proyectando planes para el desarrollo de la economía social en Europa e Iberoamérica. O los encuentros del CIRIEC en Bruselas, París, Valladolid, Madrid o Lisboa. El último gran evento en Manaus, junto al río Amazonas, donde se celebró el último gran Congreso Internacional del CIRIEC sobre la economía social, y en donde se impulsó la creación de varias secciones del CIRIEC en América Latina y se relanzó el Observatorio Iberoamericano de la Economía Social (OIBESCOOP), bajo la dirección de nuestra compañera Carmen Marcuello, Catedrática de la Universidad de Zaragoza. Y, como no, el último Congreso Internacional del CIRIEC, en Lieja, en mayo-junio de 2018. Allí fue elegido Jorge Presidente del CIRIEC-Internacional.
Nuestro último encuentro tuvo lugar hace apenas un mes, en París, el pasado 6 de marzo, en una reunión del Presidium del CIRIEC-Internacional, ultimando los preparativos del Congreso de Economía Social del CIRIEC de junio de 2019, y poniendo en marcha, bajo su dirección, un grupo de trabajo internacional sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Economía Social.
Y junto a esta incesante actividad, los entrañables momentos de tertulias, de canciones de la revolución portuguesa de abril del 74, la revolución de la libertad, del Grandola Vila Morena. O los paseos por Lisboa. O las memorables cenas en su casa con el bacalao exquisitamente preparado por su esposa, Ana Paula.
Ahora, en el momento de la despedida, de su último viaje, me embarga una profunda tristeza, y el sentimiento de que nos han quedado tantas y tantas cosas por hacer, por vivir, por disfrutar juntos. Y me viene al corazón la elegía de Miguel Hernández:
A las aladas almas de las rosas
de almendro de nata te requiero;
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero
Desde aquí quiero acompañar a su inseparable Ana Paula, a sus hijos y nietos, a sus seres queridos, a sus amigos, derramando con ellos mis lagrimas, mi testimonio de amor y admiración por Jorge. Hasta siempre, amigo, compañero.
SIT TIBI TERRA LEVIS
Fdo. José Luis Monzón