01/12/2006
Las empresas cooperativas encajan bien con los nuevos modelos de innovación que tratan de contrarrestar la deslocalización
Las empresas cooperativas, por las características que les son intrínsecas, se adecúan mejor a los modelos de innovación productiva que tratan de contrarrestar la deslocalización industrial. Ésta es la principal conclusión del estudio “El Cooperativismo Vasco ante los procesos de deslocalización productiva: una propuesta desde el enfoque de los Sistemas Regionales de Innovación”, elaborado por Enekoitz Etxezarreta Etxarri, profesor de la Universidad del País Vasco y miembro del Instituto de Derecho Cooperativo y de la Economía Social del País Vasco (GEZKI), bajo la dirección de Baleren Bakaikoa, presidente de GEZKI, y la tutoría de Anjelmari Errasti, profesor de la misma universidad. El trabajo, presentado en las XI Jornadas de Investigadores en Economía Social y Cooperativa, celebradas a finales de octubre en Santiago de Compostela, fue merecedor de uno de los tres premios concedidos a jóvenes investigadores, y constituye la primera piedra sobre la que el autor está elaborando su tesis doctoral.
El estudio comienza planteando la problemática de la deslocalización, un fenómeno de enorme actualidad y de importante calado en la industria vasca y española. Esta tendencia de la industria, aun sin ser novedosa, se apoya en lógicas de actuación propias del sistema capitalista actual, caracterizado por un mercado cada día más global. Las cooperativas se enfrentan a dicha nueva tendencia que, a la vez de abrir nuevos horizontes, acarrea consigo serios riesgos e incertidumbres sobre el mantenimiento del empleo local. El trabajo de Etxezarreta analiza los Sistemas Regionales de Innovación como estrategia para contrarrestar los efectos negativos de la deslocalización y lo aplica a la realidad cooperativa y sus especificidades.
La importancia de valores como la colaboración y la confianza
El autor del estudio explica que la teoría de los Sistemas Regionales de Innovación aporta ciertas claves que están en contraposición con las lógicas económicas de la globalización. En lugar de una concepción pasiva de la competitividad, basada en la reducción de costes, la teoría opta por un modelo de desarrollo e innovación cimentado sobre una serie de valores, tales como la colaboración y la confianza, que cambian sustancialmente las lógicas de la competición. En vez de impulsar un modelo de desarrollo basado en empresas multinacionales o globales sin compromiso ni arraigo alguno hacia su entorno social y medioambiental, apuesta por el valor añadido que supone el ser partícipe activo de una comunidad, explotar sus especificidades y adquirir los compromisos necesarios con la misma, en pos de que este intercambio sea realmente enriquecedor.
Esta serie de lógicas empresariales, propuestas como novedosas y realmente competitivas, están en estrecha unión con el modelo cooperativo y el “modus operandi” de las cooperativas. El estudio de Enekoitz Etxezarreta concluye que es por ello que en la coyuntura actual las cooperativas disponen de importantes ventajas de partida respecto a las demás empresas. La territorialidad, el arraigo cultural, la responsabilidad social corporativa, la solidaridad, las relaciones de asociacionismo, la participación democrática, la implicación, las redes de innovación, etc. a la vez de ser conceptos y valores del cooperativismo, son los nuevos estandartes de la competitividad que pueden incrementar el desarrollo de las regiones y contrarrestar las consecuencias del modelo globalizador. Estos estandartes tienen, además, un fuerte componente ético que se opone frontalmente a las lógicas de fondo de actuaciones empresariales como la deslocalización.
MCC, empresa innovadora
El estudio aplica el modelo del Sistema Regional de Innovación al cooperativismo vasco y, más concretamente, a su mayor representante, Mondragón Corporación Cooperativa (MCC). Según el autor, MCC, como estructura organizativa y como concepto de innovación, se ajusta mucho al prototipo de empresa innovadora, aunque con ciertas lagunas. Las carencias más importantes estarían relacionadas con aspectos organizativos, ya que la vigencia de los modelos fordistas-tayloristas de producción es a día de hoy aún una realidad bastante arraigada en la mayoría de las cooperativas de la corporación. Ello –añade el autor- crea “hondas contradicciones” con las estructuras de poder horizontales que se pretenden impulsar, tales como las Asambleas Generales, o los Consejos Sociales, que son las que realmente posibilitan la participación sustantiva del trabajador y su implicación en la empresa.
La utilización en MCC de métodos de trabajo aún muy mecanizados, muy estandarizados, individualizados y alienadores, no da lugar a que el trabajador se sienta motivado para pensar en la mejora del trabajo y del producto. La mezcla de estructuras horizontales de decisión con elementos tayloristas de producción entorpece, pues, el desarrollo de todas las potencialidades del trabajador y que el mismo pueda convertirse realmente en un agente innovador dentro de la empresa, concluye Etxezarreta en su trabajo.
No obstante, en lo que se refiere a los aspectos relacionales como elementos de gran potencial innovador, el autor afirma que las cooperativas de MCC juegan con cierta ventaja. En términos de creación de redes de innovación entre las empresas y su entorno más cercano (clientes, proveedores, universidades, centros tecnológicos, administraciones públicas, etc.), las estructuras de MCC se asemejan bastante al modelo definido como “stakeholder´s model”, en el que las opiniones de todos los agentes mencionados que intervienen en los procesos son válidas.
En referencia también a los aspectos más intangibles de la innovación, relacionados con la confianza entre los agentes partícipes, el sistema de valores compartidos, la adopción por parte de la empresa de códigos de conducta más humanos y responsables para con su entorno, etc. las cooperativas también muestran un grado de ventaja respecto a las demás empresas. El estudio de Enekoitz Etxezarreta concluye que los principios cooperativos, como principal sistema de valores, tienen una gran carga ética y unas fuertes implicaciones en los modos de actuar de las cooperativas que cumplen con todos los requisitos necesarios para que la actividad de una empresa cooperativa sea considerada como responsable. Las cooperativas, por lo tanto, no tienen que inventar nada nuevo, ya que el cooperativismo concebido como un compromiso hacia el ser humano y el entorno en donde éste reside, les dota de un marco de valores que a la vez de crear fuertes sinergias, les beneficia en cuanto a imagen empresarial y aceptación social.
Imagen: La cooperativa Irizar, fabricante de autocares y perteneciente al Grupo Mondragón, se distingue por la aplicación de un modelo de gestión en red que favorece la innovación productiva.
Nota: Todas las comunicaciones presentadas a las XI Jornadas de Investigadores en Economía Social y Cooperativa se encuentran recogidas en el CD editado para el evento. ISBN: 84-95003-52-X.