01/01/1970
Ocho expertos convocados por CEPES analizaron en el diario Cinco Días la innovación en la economía social
Al igual que el resto de las empresas, las organizaciones de la economía social deben apostar por la innovación. De esta idea partió el coloquio celebrado en Cinco Días, en el que ocho expertos convocados por la Confederación Empresarial Española de la Economía Social (CEPES) analizaron los efectos de la innovación en este sector.
La primera innovación de la economía social se encuentra en el propio origen del sector, ya que estas sociedades surgen siempre como una respuesta imaginativa e innovadora ante la falta de iniciativa empresarial convencional.
Sin embargo, el director general de Economía Social, Juan José Barrera, precisa que si bien este tipo de organizaciones surgieron como “un elemento anticíclico, de respuesta a las crisis”, últimamente se ha comprobado que también puede ser cíclico, ya que en los últimos diez años mientras el empleo en general ha crecido un 43%, en la economía social ha aumentado un 63%.
Barrera destacó que el elemento diferenciador de las organizaciones del sector de la economía social, respecto a los sectores tradicionales no es el tamaño de la empresa sino “la forma de tomar decisiones”. De hecho, recordó que la economía social “fue pionera en aplicar, algo que hoy está tan de moda como la responsabilidad social corporativa, ya que los trabajadores son los dueños y eso es el nivel más alto de este nuevo concepto de funcionamiento empresarial”.
En cualquier caso, los responsables del Gobierno insisten en que al igual que el resto de las empresas, las organizaciones de la economía social deben apostar por la innovación, entendida ésta como: más calidad en los productos; mejores prestaciones; diseño; nuevos servicios; novedades en la entrega y en la fase posventa; ventas por internet; mejoras en las técnicas de marketing o introducir gestión logística.
Servicios externos y la necesidad de formación
En el caso de que las pequeñas cooperativas o sociedades laborales carezcan de personal formado para alguna o todas estas sugerencias de innovación, la directora general de la Pyme del Ministerio de Industria, María R. Callejón, sugiere que recurran a la contratación de servicios externos especializados. Dichos servicios expertos pueden preparar planes estratégicos de desarrollo empresarial para 3 o 5 años; desarrollar proyectos tecnológicos o implantar tecnologías de la información y la comunicación en la gestión empresarial.
Según Rafael Calvo Ortega, catedrático de Derecho Financiero y Tributario, presidente de la Fundación Iberoamericana de la Economía Social y ex ministro de Trabajo la principal apuesta por la innovación que debe hacer la sociedad española es “innovar en el comportamiento ciudadano, de forma que cambie su pasividad ante la economía social en una actitud activa: hay que transmitir a los trabajadores que se responsabilicen de su propio empleo”. Pero para ello, Calvo Ortega encuentra un gran déficit de formación. “En España hace falta formar responsables en el ámbito de la economía social, porque en toda cooperativa hace falta un líder, de lo contrario el proyecto fracasará con toda seguridad”.
Otra demanda relacionada con la formación, fue la sugerida por el presidente de CEPES, Marcos de Castro, quien asegura que una de las claves para fomentar el sector es “conseguir una mayor conexión entre la universidad y los investigadores con la empresa”.
El sector de la economía social reclama más avances en el terreno de la financiación de proyectos. En concreto, Calvo Ortega demanda a las entidades financieras innovaciones orientadas a disminuir la responsabilidad del emprendedor, y sugiriere el fomento de las sociedades de garantía recíproca y las uniones temporales de empresas (UTE).
Experiencias concretas
Descendiendo al ámbito de las experiencias empresariales, en el coloquio intervino José Luis Martínez, director de Fundosa, la división empresarial creada por la Fundación ONCE para generar y gestionar empleo para personas con discapacidad. La facturación de las 34 empresas filiales del grupo supera los 163 millones de euros; cuenta con 176 centros de trabajo y una plantilla de 5.185 trabajadores y más de 11.600 personas si se incluyen las 36 empresas participadas. El 75% de estos trabajadores son discapacitados.
En la cooperativa Mondragón han decidido “facilitar la infraestructura que necesitan las empresas para la innovación”, explicó Andoni Gartzia, director Gerente del Polo de Innovación Garaia. Esta iniciativa alberga las unidades de I+D de empresas que deciden deslocalizar sus actividades en esta materia. “Hemos cogido la parte más arriesgada”, asegura Gartzia, ya que por lo general todo aquello relacionado con el conocimiento es lo último que las empresas separan de sus centros de toma de decisiones.
Ramón Vives, de Can Enseya, explica que esta sociedad nació con el objetivo de formar a personas con grave riesgo de exclusión. En 2004 facturó 6,2 millones de euros y ha llegado a crear diez microempresas de servicios. Vives insistió en que 'hay que explicar a la sociedad que innovación es cualquier cosa que hagamos para mejorar nuestro producto o nuestro servicio'.